Translate

jueves, 20 de julio de 2017

LEYENDA DE LOS GIGANTES TITANES DE LOS ANDES Y EL GIGANTE POTOSÍ






LOS GIGANTES TITANES DE LOS ANDES Y EL GIGANTE POTOSÍ (*)


A. De los Andes. (1)


Hace ya muchos años que vivía entre nosotros; una venerable señora, muy querida por todos.  
Entrada ya en años; más de cien diré como mínimo, solo a leve cálculo, aunque también debería añadir que ni ella misma recordaba o no sabía; la fecha exacta de su nacimiento y mucho menos que tuviera algún registro civil o de bautismo que acreditara su existencia. Pero solía hablar de guerras y revueltas en la que según ella había participado ya joven y con hijos. Esas evocaciones por su descripción, la remontaban a finales del siglo XVII  y mediados del XVIII, poco más o mucho menos. Algo casi imposible de creer, pues mis parientes aseguran que ella llego a la Hacienda Grande, más o menos a comienzos de siglo XIX.
Recuerdo que  la conocí ya anciana, pero mi madre me decía que ella misma ya de niña, la había conocido así, tal cual como estaba cuando la conocí de niño. Pero no es de lo que en esta ocasión quiero referir, sino una de tantas historias que ella contaba a los niños de la Gran Hacienda,  una de la muchas y antiquísimas que existen en las tierras del Potosí.
En cierta ocasión al contemplar a cierta distancia el Cerro Rico de Potosí, ella nos refirió una historia extraordinaria y poco común a la que suelen contarse. Con lágrimas en los ojos, Mama Pancha, como la llamábamos los niños, o doña Urpila, como también otros se referían a su persona, no pudiendo contener los sentimiento retenidos al observar el Gran Cerro, con palabras entrecortadas y en un idioma que nosotros desconocimos y no reconocimos, (pues no parecía quechua ni aimara, tal vez la conjunción de ambos), empezó a proferir frases  entre lágrimas, que parecían oraciones o llantos entre cantos antiquísimos, tristes y hermosos a la vez. Bien podría decirse que ella misma había vivido en la época cuando los mitayos y españoles comenzaron la explotación del Cerro Rico. ¿Tan antigua era? No lo sabíamos, pero lo intuíamos en su sabiduría, su actuar y sus dulces y amorosas palabras con las que nos remontaba a épocas pasadas, narrándonos los hechos con tal detalle, que solo un testigo presencial podría decirlos de tal manera.
Fue en aquella tarde cuando estando cerca de un arroyo, vertiente al parecer desprendida del famoso rio artificial de la Rivera de Potosí y las igualmente famosas Lagunas artificiales de Potosí, entre el  murmullo del viento, las aguas cristalinas y un frio leve y helado, bajo los cielos de Potosí, con la presencia vigilante y omnipresente del Gran Cerro, que nos relató la historia del gran titán y ser tutelar que fue antiguamente el Cerro de Potosí.
Esta historia que ya es legendaria, es la que quiero compartir tal cual me fue referida, hace ya tantos años, en que esta y otras historias nos eran transmitidas con tanto amor, por Mama Urpila, para conocer nuestro pasado e identidad y amar a nuestra patria, tanto como ella la amó. Amor que nos transmitió con tanta paciencia a los traviesos llokallas y a las alegres  imillas, florecillas dulces y multicolores de las tierras del Potosí. (2)

                  Leyenda del gigante Potosí y los primeros hombres

  
Se cuenta que hace mucho tiempo, hubo un tiempo en que las cosas y los seres extraordinarios que habitaban la tierra, vivían de diferente manera a la que se vive en la actualidad. Tiempos remotos de los que ningún ser humano tiene referencia exacta de cuando sucedió.
(Los antiguos incas coincidían, en que fue mucho antes del diluvio universal. Antes incluso, de los tiempos anteriores al llamado “tiempo oscuro” donde la tierra estaba en total oscuridad).
Así, Mucho antes de aquellas remotas épocas, existían unos seres gigantes, llamados “Titanes de los Andes”.  Estos extraordinarios seres, habitaban y poblaban el mundo y eran amos y señores de todo lo que se conoce actualmente. Sabios y poderosos; convivían pacíficamente con el entorno.
Hasta que un día, aparecieron unos seres extraños y diminutos a sus ojos y presencia. Estos extraños seres no eran otros que los primeros hombres, los primeros humanos, muy distintos en forma y físico que  los de ahora, pues se dice que los dioses hicieron distintas especies y razas de humanos en distintas épocas, todos perfectos a semejanza y diferencia, pero similares en esencia.
Estos primeros hombres tenían algo en común que hasta ahora es muy común al hombre actual, ese algo no era otra cosa que; su codicia, entre otras semejanzas entre los humanos de hoy, que los dioses no pudieron evitar ni perfeccionar en el hombre, pues el hombre siempre se rebela y destruye al mismo hombre y  a sus dioses. 
El mismo hombre que crea dioses, hasta tal punto de considerarse y constituirse el mismo, en un único dios.
Ese ser humano como los de hoy;  era un ser imprevisible y pocos lo sabían.
Se dice que fue un dios o un grupo de dioses antiquísimos, los que crearon al hombre, estos dioses; juntos constituían unánimemente un solo dios.
Dios o dioses, de los que no se ha llegado a conocerse siquiera sus nombres y de los que ya nada se sabe, excepto que crearon el universo, el mundo y a todos los seres que habitaban en ambos. Y al ser humano; que fue su última creación, seres humanos, quienes los olvidaros después de rebelarse contra ellos.
Se dice que este dios o grupo de dioses, tuvieron mucho amor y excesiva tolerancia hacia los primeros hombres. Tanto que los pusieron en convivencia en la tierra con los Gigantes de los Andes.
Muchos gigantes titanes no estuvieron de acuerdo con ello, pero acataron los designios de los dioses supremos. Y por mucho tiempo convivieron en relativa armonía.
Pero había un dios muy poderoso que habitaba el inframundo, quien no quería a los humanos. El  los odiaba, pues decía que ellos serían la causa de la desaparición de su forma de vida y existencia.
Un día, este dios que también era muchos en uno, se revelo y encendió su furia contra los humanos y contra quien se interpusiese en su propósito de exterminarlos. Fue entonces que se desato una gran guerra de facciones.
Muchos seres extraños, que jamás habían salido a la superficie, brotaron y emergieron de las profundidades de la tierra. Seres monstruosos, tanto o más poderosos que los Gigantes Titanes de los Andes, con los que se enfrentarían en cruentas batallas y largos enfrentamientos.
Comenzó así, una serie de muchas y extenuantes batallas en donde parecía que los seres del inframundo vencerían y acabarían definitivamente con los primeros seres humanos.
Pero una última batalla decisiva se produciría, en lo que ahora es; la cordillera de los Andes y la gran altiplanicie. Los gigantes titanes, dioses terrestres, entre los que estaban; el gran Potosí, el majestuoso Illimani, el temible Sajama, el noble Tunupa, el portentoso Purku y el poderoso kari kari, entre muchos otros, que combatieron con los no menos magníficos seres del inframundo andino.
Después de muchos siglos que duró la célebre batalla, vencieron al fin los gigantes terrestres. Favorecidos por los antiguos y poderosos dioses supremos del universo,  derrotaron a las bestias fantásticas del gran dios del inframundo.
Furioso el dios oscuro y rebelde, cargó sus últimas fuerzas, pues sabía que con ello, seria él, quien definiría el destino de todos los involucrados. Sabiendo además que con ello sellaría él mismo su temporal, por no decir eterno ostracismo y voluntaria reclusión en el inframundo del inframundo.
Y en impresionante y majestuosa demostración de poder, se levantó enorme ante los gigantes titanes y envolvió toda la tierra en un gran caos indescriptible, generando gran destrucción a su paso. Provocando  sismos intermitentes, abriendo abismos en la tierra y surcos enormes, desde donde emergían mares de magma y fuego. Mientras en el cielo, los vientos se alborotaban formando tormentas y lluvias torrenciales que duraron milenios.
Los gigantes aun así, enfrentaban todas las dificultades que suponía aquel caos, a la vez que tomaron la decisión de desplazarse por toda la tierra, resguardando la seguridad de los primeros hombres. Pero el dios del inframundo siempre los alcanzaba. Y gigantes y humanos, tenían continuamente que desplazarse a otro sitio. Así transcurrieron otros tantos siglos de caos y destrucción.
Después de mucho tiempo, el dios del inframundo al no poder destruir totalmente a los humanos, resolvió un ultimátum y condeno tanto a hombres como a gigantes, sentenciando que si tanto amaban a los humanos, bien el, los dejaría vivir entre ambos.
Calmado y majestuoso, el poderoso dios del inframundo habló:
“Bien os he advertido de la crueldad e inestabilidad presente en la naturaleza del hombre. Ellos son y  serán el origen de nuestra desaparición. Pero si el destino así lo quiere, que así sea. Pero el precio será muy alto para todos. Tanto o más que la codicia misma del ser humano, que es infinita. Así será el precio que pagarán por su naturaleza codiciosa e impura.
Bien sabéis que soy inmensamente rico y esa riqueza el ser humano, la codicia y no escatimará en querer poseerla. A ustedes nobles titanes se las doy y se las daré por siempre. Desde hoy estará en sus cuerpos y sus entrañas y hasta debajo de ustedes. Y el ser humano inmisericorde con sus salvadores que son ustedes; se los arrebatarán tanto como puedan. Cavando y abriendo túneles y socavones en sus profundidades para extraer las riquezas, hasta destruirlos en su propósito.
El precio lamentablemente, será  grande e infinito en sangre, vida y muerte. Mientras más quiera el ser humano, más se multiplicará la fatalidad que caerá sobre todos. Más riqueza para pocos, más miseria para muchos.
Por ello he resuelto fijar una tasa común entre los humanos para poder extraer las riquezas que dejo en ustedes nobles titanes, guardianes y protectores de hombres. Tasa, que es el  mínimo precio por su codicia que es indeterminada en su crueldad. Que será el equivalente, en nada menos que a “mil sacos llenos del grano sagrado de la "quinua", donde cada grano de quinua; representará el equivalente a una vida humana”.  Y esta cantidad se multiplicará en razón de su codicia, que sabemos; es insaciable e infinita.
Ese será el precio para poder extraer de sus entrañas todo el oro y plata que posean dentro de sus cuerpos titánicos transformados en colosales cerros. Así ustedes verán que el ser humano no escatimará en dar vidas humanas en favor de poseer la riqueza inconmensurable que estará depositada dentro de ustedes. Y así, millones de vidas serán ofrendadas a raíz de su codicia.
 Y tú ¡Oh! gran noble y rico Potosí, por amar tanto a los humanos, serás el que más sufras, al ver como tus hijos te sangren y devoren para saciar su hambre y el hambre de codicia de sus verdugos. Por siglos y siglos veras a tus hijos yacer entre tus entrañas mientras otros se aproveche de los otros y quieran más y más.
Hasta que su codicia te haga desaparecer y caigas desde tus alturas; hueco, entre socavones, túneles, sangre y muerte. Y  no quede más que escombros de ti y aun así, ellos seguirán alimentándose entre tus  escombros, como carroñeros embrutecidos de codicia.
A menos que ellos, te amen de verdad.
Todos estáis destinados a ese cruel final pero tu Potosí, por favorecer siempre, con tanto celo y amor  a los humanos, serás el que pague más por ello.
Pues está en la naturaleza del ser humano destruir al ser humano y todo lo que está a su alrededor.
Así todos seréis testigos de cómo el mismo ser humano en un momento, destruirá, al mismo ser humano. Así yo habré tenido la razón y habré logrado mi propósito.
Salvo, que el ser humano detenga  su codicia y demuestra amor y respeto hacia ustedes, sus salvadores.
Pues de ser así, yo volveré y restaurare todo”.
Dicho todo esto, todos los titanes quedaron petrificados unos, o transformados otros; en cerros gigantes e inmóviles, como hasta ahora se los ve. Cerros que tienen vida. Que alguna vez caminaron y pelearon por el hombre y que dieron todo por ellos. Achachilas eternos y sagrados por siempre y para siempre. (3)
Y tu Potosí, eterno guardián del ser humano. Siempre serás el más grande y hermoso. Grande y siempre noble Potosí.
Eterna sea tu bondad y nobleza.

Esa es la historia que aquella noble y bellísima dama nos obsequió aquella tarde, momentos hermosos que hoy recuerdo entre lágrimas y nostalgia contenida.
Así supimos a manera de fabúlalas fantásticas, que lo que ahora contemplamos como montes, nevados, picos elevados, cordilleras de cerros y montañas; son en realidad los restos de una raza de titanes gigantes que habitaron, hace mucho tiempo la tierra y que fueron los protectores tutelares del ser humano. Y que aún hoy lo son. ¡Jallalla! Nobles Achachilas y respeto a su magnificencia atemporal, sagrada, infinita y fantástica.
De Mama Urphila (4) o Mama Pancha, tengo los más bellos recuerdos, pero al crecer, tuve que dejar mi tierra y lastimosamente dejarla a ella también, pero siempre la extrañe, como ahora mismo la extraño aun.
Así, a la Mama Pancha no la vi morir, pues como mencioné, tuve que salir al extranjero a culminar mis estudios. Pero dicen de ella, que un día se marchó de la Gran Hacienda, diciendo que quería volver a sus tierras y estar un tiempo con los suyos. Pero ella nunca volvió.
Hace muchos años creí verla, pero me parecía imposible que siguiera con vida. La vi desde el balcón de nuestra casa, cerca  al convento de Santa Teresa en Potosí. Baje corriendo a buscarla pero no la halle por ningún lado. A veces creo que sigue viva en algún lugar. Sé que puede sonar absurdo e imposible, pero haberla conocido como la conocí, parece hoy así; imposible y fantástico.
Esta y otras muchas historias nos regaló Mama Urphila, que en otro momento quisiera compartirlas, como ella lo hizo con nosotros, pues son el  más digno y bello testimonio de los antepasados que habitaron estas nobles tierras del Potosí. De mi Potosí; siempre esplendido, magnánimo y rico Potosí.

En Potosí, un 10 de noviembre del año de 1910
(*) Extraído de papeles dispersos y archivos inéditos de una familia antiquísima de la Villa Imperial de Potosí.


(1) No se ha podido identificar el nombre civil del autor, pues a manera de firma; anota muchas variantes y aparece con el seudónimo de: A. de los Andes, Señor de los Andes, Niño de los Andes, o las misteriosas iniciales de AP. Y en otras ocasiones también como: Potosino, o Un Potosino y por ultimo: Ángel del Potosí. Entre otras variantes.
En cuanto al título de las obras, capítulos y relatos, en varias hojas aparece a manera de título general la frase: “Cuentos de Mama pacha o mama Pancha”, o también como: Los Relatos de una Dama Antigua” y también como: “Historias Antiguas de una Dama Antigua”.
(2) Este y otros relatos, aparecen repetidos o fragmentados en varios cuadernos y carpetas, algunos con ilustraciones y dibujos. Se ha tratado de dar coherencia y un objetivo orden al presente relato, aunque podrían existir y surgir muchas variantes y versiones si se las ordenase de otras maneras. Pues muchas historias se conectan con otras, algo hasta un tanto desordenadas y no siguen una cronología especifica. Así por ejemplo; muchos acontecimientos se suceden continuamente y se interrumpen cada tanto y luego continúan en otra historia diferente pero conectada a las anteriores o posteriores.
El presente relato, es de alguna manera, el más individual, sobre todo en lo referente a la historia del supuesto origen de como los cerros fueron alguna vez seres gigantes y la causa de porque ahora son cerros, igualmente colosales como en tiempos pretéritos. Pero esta historia como otras se, extiende a otras.
(3) En América el denominativo “Achachilas”, hace referencia a seres sobrenaturales muy antiquísimos y sagrados. Se les considera también, como a espíritus tutelares, protectores de la naturaleza y el ser humano, que encarnan la presencia de los antepasados, seres que habitan las montañas y los cerros y aun otros sitios del entorno natural. Los hombres le veneran y les ofrecen rituales, con oraciones, ofrendas y sacrificios en su honor.
(4) El autor, indistintamente nombra a aquella misteriosa dama, como: Mama Urphila o Mama Pancha. Y curiosamente también la nombra como: Mama Pacha. Se trata tal vez de un error de tipografía o es que se trata de lo que en la actualidad conocemos por “Pacha Mama”, cuyo significado actual, generalizado se traduce en Madre tierra.
El nombre de Urphila es de origen y uso aymara y quechua, que se traduce en; Paloma o “dulce paloma” o “bella paloma”. O entremezclado con el castellano regional, se suele decir y expresar como; “palomitay” que se traduce en “mi palomita”. Es un modismo popular que se suele utilizar en varias manifestaciones artísticas populares. Una muestra singular; de amor a la mujer de los andes; como solo el idioma nativo es capaza de expresar tan dulcemente. Y que en conjunción con el español, hace surgir nuevas formas de expresión tan características de América y sus regiones.
(5) Esta fecha no es exacta, pues si bien aparece así, tal cual en una parte, en otros papeles más anteriores a esa fecha, aparece ya este relato con fecha distinta y anterior. Al parecer el autor puso esta fecha, solo como referencia de lo escrito en ese momento, tal vez unos fragmentos, como homenaje a la fecha del grito libertario ocurrido en Potosí.


Nuestro Cerro Rico se nos cae y se nos muere poco a poco
Por siglos el cerro de Potosí estuvo relativamente intacto. Hasta la llegada de los españoles, quienes comenzaron una masiva explotación del mineral argentífero. Y sin escatimar esfuerzo ni vidas comenzaron la explotación del Potosí. Y como la profecía del dios del inframundo sentencio; se entregaron miles de vidas a cambio del precioso mineral. Y esta codicia no cesa hasta hoy. Pues el Gran Cerro sigue siendo explotado inmisericordemente por sus hijos, donde son pocos los que se benefician y mucho los que ofrendan sus vidas. El Cerro Rico, titán de los Andes, en la actualidad se nos cae y solo es cuestión de tiempo para que desaparezca por completo y no queden ni escombros de su magnificente figura piramidal. Y no sera raro que aun caído el gran titán, los carroñeros codiciosos continúen sustrayendo su sangre que no es otra que los filones de plata que dicen; se multiplica en cantidad debajo del  majestuoso Cerro. 

Un monumento tan colosal destruido por la codicia humana.
  
Puentes de plata, puentes de huesos humanos.
Cuántas vidas, cuanta sangre, cuanta muerte y fatalidad, pesa en la conciencia del ser humano. Del Cerro de Potosí, se ha extraído tanta plata, que se dice que con solo lo que se extrajo en la época virreinal, se podría levantar y construir un puente de plata; desde Potosí, en América, hasta la misma España en Europa. Nada menos que un magnifico y fantástico puente hecho de pura plata, extraida unicamente de las minas de Potosí. Y esto no fue afirmado recientemente, no. Esto ya se dijo en el siglo XVII, a pocos años de iniciarse la explotación del cerro de Potosí.
Si no bastara con ello, los cronistas de aquellas epocas afirmaban, que aun hecho el puente, sobraría bastante plata, para pavimentar las calles de Sevilla y Madrid, todas enteras de lingotes de plata potosina. 
Otros afirmaban; que todos los mares del mundo podrian teñirse de rojo, con la sangre que se derramó en las entrañas del Cerro Rico y que esta podria mantenerse asi por siglos, mientras la codicia continuase.
Pues se dice que en realidad; mas que plata, se extajo sangre del cerro.
Que el costo, cotización y valor de este mineral por mas elvado que haya sido en toda su historia, es insignificante, comparado al precio de vidas que costó extraer; el tan precioso mineral argentífero de las entrañas del Potosí.
Sin embargo la variante más macabra afirma que; si con la plata de Potosí podría construirse un puente entero de plata desde Potosí hasta España, fácilmente podría construirse dos o más puentes, de ida y vuelta; desde Potosí hasta España, enteramente hecho de cadáveres y ¡huesos humanos! Todos ellos provenientes, claro está; de los millones de vidas humanas, (sobre todo aborígenes), que perecieron al extraerse, el mineral de cerro más rico del mundo.
Otro titán, tanto o más rico que Potosí
El kari kari es una gran mole de peñascos de gran extensión y altura, que se encuentra muy cerca del Potosí y de la ciudad misma, se dice que esconde igual o mayor riqueza que la que se extrajo y extrae del cerro de Potosí. Poco  o nada se extraído aun de sus entrañas todavía,  Parece ser que; este gran titán petrificado, se resiste a fomentar y consentir la avaricia y codicia de los seres humanos. Otros sin embargo dicen que solo es cuestión de tiempo, en el que aparezcan hombres osados y sin escrúpulos, que entreguen el maldito pago requerido; que no es otro que el equivalente a “mil sacos de quinua, donde cada grano de quinua corresponde a una vida humana”.
Entonces volverá a corres sangre humana en favor de la riqueza y la codicia humana. 
Un monumento tan colosal destruido por la codicia humana.
La sentencia y profecía del dios del inframundo al parecer,  ya se ha cumplido con la llegada de los españoles al continente americano en el siglo XV. El descubrimiento de Cerro rico de Potosí, su explotación, el auge minero, la opulencia, la esclavitud. La sangre, vida y muerte que levanto la codicia humana, no tiene precedentes. Pero no fueron solo españoles, fueron también los mismos americanos criollos, mestizos y tantos otros, que no escatimaron hacerse ricos a costa de sangre y vidas humanas.  Y esta profecía aún se seguirá cumpliendo, mientras el ser humano no cambie su naturaleza destructiva.
¡Nuestro Cerro se nos cae, se nos muere a pedazos!, cada día, cada minuto, cada segundo; donde cada segundo, es un segundo eterno en su agonía. El Gran Potosí, Sumaj Urku de los Andes, es nuestro, es de todos. 
Por ello: ¡Vive Potosí!, ¡Por siempre Potosí!
 Mi muy querido, noble y rico Potosí.
JLPC.
Jose Luis Pérez Coro
Artista, escritor e investigador historiográfico.





No hay comentarios:

Publicar un comentario