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martes, 9 de enero de 2018

EL MISTERIO DE LA ALACITA



ESTUDIO HISTORIOGRÁFICO, ETNOGRÁFICO, ANTROPOLÓGICO Y SOCIOLÓGICO SOBRE EL ORIGEN DE LA ALASITA EN POTOSÍ. (artículo)



La alasita es una singular y tradicional celebración, que acompañada de una feria muy peculiar; se caracteriza por expenderse ahí, objetos en miniatura. La misma se la realiza en distintas fechas y lugares en Bolivia y en gran parte de América del sur.
La fiesta y feria tradicional de la Alasita o de las Alasitas, en Potosí, se remonta y tiene un origen insospechablemente lejano y original. Estando muy relacionada con la cultura prehispánica andina, entre otras influencias posteriores. 
En este estudio vislumbraremos sus orígenes ancestrales, su sincretismo con la época virreinal y republicana, así como su actual enfoque en el contexto global cultural.
Origen etimológico
La palabra alasita ha suscitado y aun suscita bastante controversia en cuanto a su origen y significado, más aún en su forma de escribirla en castellano. Hasta hace poco la palabra “Alasita” se escribía con “c” y no con “s”, por ello es común encontrar en varios estudios y textos referentes a la misma, que se escriba como “Alacita” y no “Alasita”.  Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y el Diccionario de Bolivianismos; “Alasita es: 1. f. Bol. Feria artesanal”.
Como se observa, la Real Academia Española, (RAE) da una muy ambigua referencia y significado de la palabra “alasita”, pues ni siquiera menciona que se trata en realidad, de una feria artesanal de la miniatura, que es su verdadera particularidad frente a otras ferias similares.
Por otro lado, también se suele nombrarla en plural, con lo que se pronunciaría como: “Alasitas”.
La palabra “Alasita” es con toda probabilidad  un término aimara castellanizado, que según Antonio Paredes Candía y Yolanda Bedregal; quiere decir; “cómprame” o “compra de mí”,  que en castellano transformado en bolivianismo se pronuncia en plural: “Alasitas”.
Por otra parte, según Huáscar I. Vega L.: “La denominación Alacita deriva del verbo aymara alathaña que significa comprar y, alacita equivaldría a cómprame”.
Aunque es probable que la palabra: Alacita o Alasita derive de Alathaña. Es poco probable que signifique “cómprame” pues este concepto mercantil era distinto, sino desconocido al que los aimaras tenían antes de la  llegada de los españoles a América. No existía el concepto actual de compra y venta de productos, sino de algo parecido al trueque entre otras costumbres. Mismas que aún se las practica en gran parte de los andes.
También es común -y así lo resalta Paredes Candía- que el populacho denomine a esta celebración y feria como “las Alasas”, un término reciente, pero muy a menudo utilizado.
Existe también otra transformación en su significado como la que dice: “Vamos a la cita” haciendo una referencia ambigua a ir a la “Alasita” o “Alacita”. O de manera más picaresca, significaría; ir a una cita amorosa, o un paseo amoroso.
Al respecto Huáscar I. Vega L.  Dice algo curioso:
“Conseguí un dato curioso, fruto del cual elucubré algo que peca hasta de gracioso, pero explica de alguna manera el trastoque del nombre Alacita por Alasita (con letra ese en lugar de ce). Resulta que, según Palza, el marques Juan Contreras de Villarreal se asustó muchísimo cuando oyó que la gente de la ciudad hablaban de "el 24 vamos a Alacita" él entendió "vamos a la cita" y pensó que era un código para complotar y alzarse y producirse otra masacre parecida a la del 28 de septiembre de 1814... Quizá por eso cambiaron el nombre por Alasita con ese, pues es harto conocido la notable diferencia en pronunciación que tiene para los españoles la ese de la ce; de este modo es menos probable la generación de ese error en comprensión”.
Lo anterior hace referencia, a los levantamientos insurgentes, las manifestaciones emancipadoras o separatistas, y las guerras de independencia en el Alto Perú, específicamente los ocurridos en la ciudad de La Paz, a comienzos del siglo XIX.
Como se ha podido apreciar, son varias las opiniones respecto a la naturaleza y origen de la palabra Alasita, baste esta pequeña aclaración para dar una idea general de su significado.
En este estudio nos referiremos a esta peculiar feria de la miniatura, simplemente como; Alasita, por ser de uso general, actualmente establecido.
Origen de la Alasita en Potosí
En su comienzo la “Alasita” no fue fiesta ni feria, tal cual se conoce actualmente, es más; el mismo denominativo de “Alasitas”, es posible que haya sido adoptado de la “Alasita” tradicional de la ciudad de La Paz. Donde el Ekeko es su gran protagonista. Y aunque tanto en la ciudad de La Paz, como en la ciudad de Potosí, esta fiesta tiene en la actualidad mucho en común, pero su origen en la ciudad de Potosí va más allá, del que se sospecha de manera superficial.
Esta pintoresca fiesta y feria tiene origen en toda la cultura andina, milenios antes de como se la concibe actualmente. En Potosí como en otras regiones tiene origen en la veneración de las sagradas “Huacas y las Illas”, los ritos ancestrales y costumbres que hasta hoy han llegado casi intactas en su esencia, aunque transformadas y adaptadas por el tiempo y las circunstancias.
La inquisición y la extirpación de ídolos en el Perú.
Las noticias más antiguas de estas costumbres y ritos, se los tiene, gracias a cronistas que a partir del siglo XVI, escribieron lo que los incas, quechuas y aimaras les iban relatando acerca de su cultura y su pasado. Al respecto del tema tratado, son invaluables las noticias que nos traen las relaciones, informes y crónicas relacionadas con la denominada campaña de  la “Extirpación de Idolatrías en el Virreinato del Perú” y la inquisición. La misma fue una gran campaña sistemática para averiguar quiénes practicaban estos ritos y costumbres, considerados diabólicos para los religiosos españoles. Así mediante un cuestionario y método estricto, no exenta de engaños, tortura y amedrentamiento; hacían confesar la práctica de estos ritos y a que deidades iban dirigidas las mismas. Esto involucró a todos a los pobladores  del antiguo Imperio Inca, y no solo para saber quiénes eran considerados o sospechaban de ser herejes, sino también;  a cuales y a que dioses rendían culto, con quienes y cuando lo practicaban.
De aquellas oscuras campañas evangelizadoras, quedaron varios informes, como el famoso y detallado libro de Pablo José de Arriaga, intitulado; “Extirpación de Idolatrías en el Perú” publicado en 1621. En este libro se detalla ciertas costumbres, ritos, etc., que aún hoy se practican en esta parte de América, referentes a las Huacas. Ahí se nombran varios dioses o deidades andinas, a los que se reverenciaba en los andes ancestrales. Y de los que muchos perviven aun hoy.
Las sagradas Huacas.
Las Huacas no tienen una definición exacta de lo que son y no son. Pueden ser objetos materiales, como también objetos y  seres no materiales. Generalmente se las asocia a las montañas, ríos, lagos, caminos, senderos, etc., sitios y lugares que tienen una significación trascendental en la cosmovisión del hombre andino. Pero no solo eso, una Huaca también puede ser un objeto precioso, ya natural o moldeado por el hombre; como esculturas o figuras que representan a seres sobrenaturales, antropomorfos, animales o antepasados humanos convertidos en entes protectores, o incluso deidades. Así una piedra aparentemente común, puede ser considerada una Huaca, por las características históricas o la forma especial que tenga. En la antigüedad, todos los habitantes de los Andes tenían alguna o varias huacas en sus casas, en sus poblados y en sus territorios. Hasta hoy, esta costumbre ha prevalecido en varias regiones, que junto a las llamadas Illas, tienen mucho en común.
Las Illas.
En los andes se conoce como Illas, a un sinfín de objetos y rituales con significados varios. Así Ludovico Bertonio, en su diccionario; “Vocabulario Aymara”, ofrece la más antigua noticia y significado de la palabra; “Illa”, en la que manifiesta que es: “Cualquier cosa que uno guarda para provisión en su casa, como chuño, maíz, plata, ropa y aun las joyas”.
Enrique Oblitas Poblete, por su parte; en su gran obra “Cultura Callahuaya” sostiene que “Las “Illas”, son amuletos que tienen forma de llamas, ovejas, alpacas, etc., o sea ganado de toda clase, piedras preciosas, raras o de gran tamaño, las monedas antiguas también son Illas, estos amuletos tienen el objetivo de procurar el procreo del ganado, la protección contra el rayo, las enfermedades, el zorro, los cóndores, etc. Las piedras preciosas, pepas grandes de oro, la piedra bezoar obtenida del hígado de los venados, llamas y vicuñas, las piedras obtenidas de los aerolitos, y conchas marinas, son Illas que tienen por objeto llamar la fortuna. Las Illas de plata, son monedas antiguas que se colocan en bolsas de guardar dinero y las cajas fuertes para que atraiga la plata y esta acumularse en cantidades considerables”.
Así pues, estas variadas “Illas”, son el origen de los característicos objetos que se pueden encontrar en una feria tradicional de Alasita.
Como se dijo anteriormente, el origen de esta costumbre no estaba ligado a la fiesta y feria de la Alasita tradicional actual, misma que se manifiesta en forma de feria comercial con objetos para adorno entre otros variados objetos, como se conoce actualmente.
Estos objetos de los que habla Bertonio y Oblitas Poblete, respectivamente, eran objetos que entremezclados de ritos y costumbres especiales, generalmente eran heredados de generación en generación. Obtenidos como regalos, o ya hallados, encontrados, o sustraídos en algunos casos, como resultado de batallas y  guerras, en las que se obtenían estos objetos, o  ya simplemente intercambiados o fabricados por ellos mismos. Otorgados en muchos casos por poderosos sacerdotes, como retribución de algún favor o servicio, etc. Es imposible precisar el origen de procedencia. Sin embargo se sabe que antiguamente existían lugares sagrados de culto y peregrinaje, a los que se acudía desde los lugares más lejanos de los andes para rendir culto a las Huacas y a las deidades más poderosas. Es probable que en estos sitios se ofrecieran estas “Illas”. Un ejemplo de ello son lugares de culto como Tiahuanaco, el Cerro de Potosí entre otros sitios construidos o naturales.
Las Illas y objetos en miniatura en casas y la feria de la Alasita en Potosí.
Es común aun hoy ver en los hogares de las provincias potosinas, vestigios de esta ancestral costumbre. En lugares especiales de sus casas, ellos guardan este tipo de objetos, no como adornos, sino como “Illas”, así se puede observar además de monolitos; esculturas en piedra y cerámica, monedas antiguas, piedras preciosas y raras, etc. Todos estos objetos en gran parte, se presentan en miniatura, donde destacan los objetos cotidianos de trabajo y los animalitos, encontrándose así; llamitas, vaquitas, caballitos, así como diminutas mulas, alpacas, etc., acompañados de pequeños arados, picos y palas; todas de factura pequeña, que  ellos consideran vitales en su cotidiano existir. En ciertas épocas ellos los adornan con mixturas y confetis, realizando las ch’allas tradicionales, entre otros rituales.
k’oas y Ch´allas.
La ch´alla es un acto significativo e importante, de gran simbolismo telúrico  y universal en el mundo de la tradición de los Andes. Todo acto importante debe estar precedido de una ch´alla. Una ch´alla es un acto ritual que consiste en realizar una ofrenda significativa y de fe. Generalmente se la realiza con una libación de líquidos y bebidas espirituosas que se esparcen y rocían en la tierra y en el lugar sagrado, al que se dirige la ch´alla. También se suele ofrecer sahumerios que van acompañadas de cantos, oraciones y rezos, dirigidos a lugares sagrados, a santas y santos católicos, así como a deidades del mundo religioso andino. La ch´alla Es un acto en señal de agradecimiento y respeto.
Esta y otras prácticas, estaban prohibidas en la época de la colonia como se dijo antes, así que estas manifestaciones y actos rituales, eran escondidos y ocultos a la inquisición católica. Pese a estas prohibiciones, munchas de estas costumbres coexistieron ocultas a la extirpación de idolatrías practicadas en la dominación española. Así pues, resulta increíble cómo estas costumbres sobrevivieron hasta nuestros tiempos. Aunque con un carácter más sincrético, sobre todo en los centros urbanos.
Revitalización de las costumbres ancestrales de los Andes.
Con la llegada de la república de alguna manera estas prácticas fueron retomadas y adaptadas o simplemente readaptadas ya abiertamente por los nativos autóctonos. Con lo que las mismas volvieron gradualmente más fortalecidas. Así se empezaron a distribuir estos objetos en miniatura, de manera más inclusiva en la sociedad indígena e incluso se extendieron a la sociedad mestiza y criolla de comienzos de la república, aunque adquiriendo para ello; un carácter más sincrético. De esta manera en las fiestas patronales provinciales de aquella época, los parroquianos católicos y paganos del siglo XIX, ofrecían y adquirían estos objetos en miniatura, los llevaban y los hacían bendecir, ya con sacerdotes católicos o sacerdotes paganos autóctonos, con la esperanza y creencia de que su negocio, quehacer laboral o ganado (en el caso de agricultores y ganaderos) se acrecentaría con ello, o que al adquirir una casa en miniatura; obtendría la misma, ya en tamaño natural. Existían y existen gran variedad de objetos miniaturizados relacionados con distintas actividades. Esta curiosa costumbre pronto llego a los pueblos mestizos y luego a las grandes ciudades, donde los mestizos, también tenían de alguna manera las mismas costumbres de una fe religiosa sincrética.
Con el tiempo estos pequeños productos, fueron enriqueciéndose en variedad, para luego ser comercializados, y hasta la gente citadina comenzó a adquirirlos, en especial; aquellos objetos  concernientes a la labor particular que realizaban en sus trabajos. Desde objetos como; casas y terrenos en miniatura, hasta complejos y detallados ingenios mineros (para dueños o trabajadores de minas) entre otras -todas en miniatura- ofrecidas en estas ferias; relacionadas con la minería en Potosí.
Cabe hacer notar que estos objetos en miniatura, no solo se delimitan al quehacer laboral, sino a los deseos por obtener bienes materiales e inmateriales. Así el populacho adquiere casas, terrenos, edificios, automóviles para todas las necesidades y gustos particulares, etc., asi como también certificados académicos, no faltando amuletos u objetos para el amor entre otras variedades.
Debe aclararse que estos objetos no se expendían en ferias especiales denominadas Alasitas, como lo es ahora, sino que se expendían en las fiestas patronales regionales, ya en los atrios de las iglesias, o en plazuelas cercanas a la misma. Ese es el verdadero origen sincrético de esta costumbre en la ciudad de Potosí. Proveniente de las provincias y áreas rurales cercanas y lejanas, hasta asentarse plenamente en  la ciudad. (Esta fiesta de las Illas y objetos en miniatura en Potosí, está en la actualidad, muy influenciada por la fiesta similar que se la realiza en la ciudad de la Paz, que aunque tienen un origen ancestral común, no son las mismas) No fue sino hasta comienzos del siglo XX, que se comienza a establecer espacios fijos para este tipo de productos, en los que estos ya no eran tomados exclusivamente como Illas, sino como objetos de curiosidad, ya para adorno, decoración, juguetes para niños y niñas  o simplemente como objetos de llamativa curiosidad. Poco a poco fueron implementándose otros productos característicos por ser cada vez más llamativos y novedosos, incluyéndose alimentos y golosinas. Para convertirse al fin, en una feria exclusiva de la miniatura, con lugar fijo para ello. Fijándose fecha como el domingo de Pentecostés para realizarla por uno, dos, tres y luego cuatro domingos seguidos. La fecha como se advierte, es el de una fiesta religiosa, la de Pentecostés y la de Espíritu, donde es tradición en Potosí, realizar k’oas y Ch´allas en esa fecha exclusiva.
Esta característica de complejo sincretismo cultural religioso se ha mantenido hasta la actualidad. No es de extrañar entonces, que estas famosas y curiosas ferias de miniaturas, tanto en la ciudad como en las provincias del departamento de Potosí, se las realice, como hace siglos, en fechas  que coinciden sospechosamente con las fechas y fiestas religiosas patronales católicas, y las fechas y fiestas paganas ancestrales de los  nativos autóctonos  de las tierras potosinas. Entremezclándose así, ambas culturas.
Por ello no es del todo coincidencia que en el santuario de Manquiri, (famosísimo santuario, ubicado a pocos kilómetros del a ciudad de Potosí) también se realice una feria, donde se expenden objetos en miniatura , como casas, automóviles, fajos de dinero, títulos profesionales entre otros varios objetos.
Otra feria de miniaturas, muy conocida desde antaño, se la realiza en la zona de San Juan, para la fiesta de Guadalupe, también en Potosí.
En la gran fiesta de San Bartolomé, también se ofrecen este tipo de productos. Y tanto en Manquiri, como en la fiesta de San Bartolomé, ambas en el departamento de Potosí, se realiza la peculiar costumbre de construir pequeñas casas de piedra, con la gran fe de que la misma, se haga realidad, ya en tamaño natural. Esta costumbre como ya se dijo, se ve en varias fiestas patronales del departamento de Potosí. Que confirma el verdadero sentido de esta fiesta tradicional en la Villa Imperial de Potosí.

Jose Luis Pérez Coro
Artista, escritor e investigador historiográfico.
Más información visitar el sitio; potosienlahistoria.blogspot.com